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La Comunidad Autónoma Castilla-La Mancha atesora un notable patrimonio cultural que, en sus diversas categorías, constituye uno de los más importantes testimonios de su historia. Conserva las experiencias culturales que sucesivas generaciones nos han legado como testigo de sus inquietudes, y como estímulo para la creatividad contemporánea.

Creatividad que se divulga a través de sus artesanos en multitud de oficios que todavía hoy perduran, como la alfarería, donde se mantiene una tradición milenaria creando piezas únicas con esmaltados y motivos pictóricos que elevan el arte en su decoración. Arte también entre herreros y forjadores y como no en las espadas y navajas, una de las tradiciones más ancestrales que les dieron fama, adaptadas hoy a los nuevos tiempos, creando piezas muy características. Tejido del mimbre, bordados de Lagartera, vidrio, fabricación de papel, tallado de piedra o mármol, ebanistería, taxidermia... oficios que dan origen a piezas tan únicas y especiales, que se demandan en todo el mundo.

Castilla la Mancha también es tierra de celebraciones y costumbres tradicionales que se mantienen en todas sus villas y ciudades acompañados por platos y vinos típicos de cada zona.

A lo largo de la historia ha sido un espacio de tránsito y acogida donde arraigaron pueblos y culturas diversas. Diferentes visiones de la vida, identidades contrastadas, puntos de encuentro y formas de entendimiento que han consolidado una forma de ser propia y, al mismo tiempo, abierta al mundo. La sociedad castellano-manchega es una síntesis compleja de tradiciones y expectativas, que avanza hacia su futuro sin uniformidades, con un profundo sentido solidario.

La antigüedad acogió a lusones, arévacos, carpetanos, oretanos, olcades, edetanos y vettones. Pueblos celtíberos testigos de las sucesivas invasiones y guerras de ocupación. Cartagineses y romanos disputaron su influencia comercial y política. Árabes y beréberes extendieron el Islam por la península desplazando a visigodos del reino de Toledo, seguidos de almorávides y almohades. El mestizaje cultural adquiere forma con el legado mozárabe y morisco, la aportación hispana al arte y la ciencia musulmana y la escuela de traductores de Toledo. La uniformidad político-religiosa impuesta por las monarquías católicas, con sus persecuciones y extrañamientos (sefardíes, moriscos) mutiló la regla de la tolerancia y arruinó la economía sustentada en los oficios, el campo y las finanzas. Pero la diversidad siguió latiendo oculta bajo otras formas y expresiones. Fue durante la capitalidad del imperio en Toledo durante los siglos XV y XVI, que toda Europa transcurrió por nuestras tierras, incrementando el mestizaje.

Castilla-La Mancha ha soportado el peso de la historia y también la tormenta del olvido. En el último siglo estas tierras se vaciaron de brazos que buscaban su empeño en otras haciendas. Antiguos castillos y templos quedaron expuestos a la ruina y el abandono. La emigración fue toda una siembra de sudor en campo ajeno, asociada, como en una maldición bíblica, a cuarenta años de oscurantismo y éxodo por el desierto de la dictadura. La recuperación de la democracia en España vino acompañada de la autonomía en sus territorios y, con ella, del nacimiento de un proyecto de futuro que recibió sus atributos simbólicos del antiguo reino de Castilla y de la comarca de la Mancha, inmortalizada por la pluma de Cervantes. Dos realidades yuxtapuestas que pugnaban por encontrarse en una feliz síntesis para tener una voz propia que pudiera oírse en el concierto de los pueblos.

Ahora Castilla-La Mancha es una realidad consolidada, con voz propia, tierra de inmigración y heredera del pasado pero, sobre todo, tributaria de un presente que anhela convertirse en futuro irreversible, integrando las aportaciones de cuantos llegan a su seno para compartir un proyecto de vida.


La cocina de esta región está conformada por gran variedad de platos fuertes y arraigados, aunque sencillos, elaborados con ingredientes elementales, como el pan y la carne, o productos de la huerta; y acompañados por sus variados vinos, quesos de oveja y postres, nos trasladan a una época en la que bien podríamos encontrarnos con don Quijote y su fiel Sancho.

La naturaleza, el campo, el monte, las lagunas y los ríos están presentes en la cocina. Las berenjenas de Almagro, los ajos de las Pedroñeras, pimientos, tomates, el aceite de oliva, carnes, tanto de caza como de granja, incluso la elaboración de uno de los productos típicos, el queso, es un ejemplo de complejidad y tradición en la producción.


Escapadas de 4 días por la ciudad de Cuenca:

La provincia de Cuenca sorprende por su diversidad paisajística: su llanura manchega contrasta con su serranía, ambas sin duda de enorme belleza. Es la provincia más montañosa de Castilla La Mancha y está alojada en la parte más meridional del Sistema Ibérico. El territorio conquense está plagado de pequeños núcleos de población dispersos por todo el territorio. Su capital, la ciudad de Cuenca, fue declarada Patrimonio de la Humanidad.

* Visita panorámica guiada por la ciudad de Cuenca.

* Entrada a la Catedral de la ciudad de Cuenca.